La extinción de las cosas



Estando en casa se tiene mucho tiempo para reflexionar, es algo casi inevitable. Tal vez por eso se lee en las noticias que las personas en cuarentena estamos en depresión, sufrimos ansiedad o tenemos conatos. Los pensamientos se calman con mucha disciplina o una rutina que no implique la compulsión de la mente; estar en casa no es fácil, sin embargo el pronóstico es que pronto volveremos a las calles con medidas de higiene y seguridad.

Las reflexiones no sólo giran en torno a las emociones o las cosas inconclusas que dejamos de hacer antes de la pandemia, también están los aspectos económicos y sociales que se han transformado esta cuarentena; uno de esos aspectos en los que nos centraremos en esta entrada (porque han sido muchas las modificaciones) son los periódicos. En la película “El ciudadano Kane” realizada en 1941, el periódico junto con la televisión son retratados como los grandes medios, difunden las noticias, agilizan movilizaciones, colocan figuras privadas en públicas pero sobre todo legitiman historias. Así desde esa perspectiva hemos enfocado a los medios, como esas grandes corporaciones que han construido los modos de pensar por generaciones.

Así fue hasta este punto. La pandemia terminó de quebrar lo poco que quedaba de esos medios, la tele no es ni será lo que era, los periódicos tampoco ¿Alguién lee periódicos?

Las noticias se difunden por los medios digitales a una velocidad de la que no somos conscientes, pasamos de una noticia a otra con una facilidad inmutable, ante eso los diarios y los periodistas se convierten en los espectadores de lo que sucede, los hechos suceden y hay millones de ojos puestos sobre ellos porque cerca hay un celular, una cámara o un testigo que lo presenció. Los periodistas ya no tienen el valor que tenían antes (primicia y el privilegio de manejar la información antes que nadie) ahora deben apresurarse a inventar cómo malabarear la cantidad de noticias que circulan, ellos tienen mejor pronóstico que los diarios impresos cuya finalidad es la de forrar piñatas en navidad o bien ser el utensilio con el que se arman bolsas de papel para la basura.

Los diarios ya no son indispensables y con esta crisis puede ser uno de los artículos que desaparezcan o no tarden en reajustarse y dejar de sacar sus versiones impresas. Sin duda vamos a extrañar las versiones impresas, no a aquellos columnistas engreídos o a aquellos editores que sólo iban a comer o acosa mujeres en la redacción. A esos personajes no los extrañaremos.

Ese negocio de los periódicos impresos ve su fin e inicia el replanteamiento de la economía de ese negocio ¿Cómo se ajustará? ¿Qué se hará al respecto con ese sector de la información?

En fin, esta reflexión se extiende para aquellos productos o servicios que aún dudan de los medios digitales, el camino ya está trazado.

Nos leemos la próxima semana.

Irais Morales

Social Media Promotwist.


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