Para los que tenemos la fortuna de tener abuelitos sabemos
que sus historias son algo único. En mi caso las narraciones de mis abuelos me
remiten a un pueblo de San Luis Potosí y la migración a San Miguel de Allende,
me remiten al olor matutino del café hirviendo en una olla de peltre, al sonido
de los gallos al amanecer y a los obreros rumbo a la mina, pero también a la
comida y su calidad.
La tercera migración que hicieron mis abuelos maternos fue
a la ciudad en 1949 y lo primero que notaron fue la diferencia entre la calidad
de las tortillas hechas a mano y las de la ciudad “No era la misma cosa, en San
Miguel tu abuela se paraba temprano para ir al molino y hacer la harina de maíz
para las tortillas”. Mis abuelos hablan con nostalgia de sus años, donde su
alimentación “pobre” les dio para seguir vivos a sus 85 años, completos y
lucidos.
Además de las tortillas estaban las verduras, la carne y
las semillas, todo casi de primera mano, de la tierra a sus bocas. Algunos animalitos
eran sacrificados al instante para comerlos al medio día, así era su
alimentación, los refrigerios no tenían lugar en sus vidas, era algo extraño ir
al super para pedir jamón, queso, comprar frijoles enlatados o desinfectar las
verduras con químicos. Las personas tenían más presente a la tierra y aún
dependían de ella. Cuando mis abuelos llegaron a la ciudad bajaron la calidad
de su alimentación, pero el mismo tráfico de la tierra aún circulaba por estos
lares y la contaminación no extendía su brazo predador, así que concluyendo esa
historia su alimentación por más humilde que fue les dio para vivir bien sus
años, fuerza y bastantes hijos.
Hace algunos años en Estados Unidos apartaron de una
escuela secundaria a chicos problemas, niños con reportes constantes de mala
conducta, bajo rendimiento académico y falta de concentración. Ante una nueva
política de inclusión los alumnos apartados dejaron de ser reprendidos para ser
investigados y poner más atención en su comportamiento ¿De dónde venía esa falta
de atención y mala conducta? Las investigaciones duraron 3 meses, en donde a
los chicos apartados se les comenzó a alimentar 3 veces al día con colaciones
intermedias, su alimentación debía ser balanceada y les proporcionaba los
nutrientes necesarios para estimular zonas específicas de su cerebro. La
conclusión a ese experimento fue que los “chicos problema” aumentaron su
atención en pensamiento abstracto (matemáticas) y el razonamiento lógico para
resolver problemas, su problema de comportamiento se debía a una avanzada
desnutrición y a la descompensación química que se originaba en su cerebro.
En este mes en Promotwist estamos poniendo el foco en
modificar los hábitos de alimentación, nos enfrentamos a tiempos donde la
comida y sus nutrientes tienen un déficit de origen, los congelados y aquellas
verduras fertilizadas para crecer rápido, la naturaleza alterada tiene por
consecuencia comida alterada, sin los nutrientes que te permitirán llegar a una
vida longeva.
Ahora debemos poner atención a lo que comemos y cómo lo
hacemos. Es indispensable que nos brindemos la mejor atención y seamos
selectivos con lo que comemos, en la actualidad comer cualquier cosa puede
hacernos más daño que no comer.
Nos leemos la próxima semana.
Irais Morales
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