Foto: Carlos Zeta.
El sábado 23 en México se realizó la marcha del orgullo
LGBTTTI. Justo ese día jugó la selección en el mundial Rusia 2018 por su pase a
cuartos de final contra Corea del Sur. Si México ganaba, los aficionados irían
al Ángel a celebrar la victoria y se encontrarían con la marcha gay ¿Cómo es
posible que dos movimientos tan opuestos se encontraran en un mismo lugar? ¿Qué
iba a pasar? Esas preguntas pasaron por la mente de muchos y después de un partido
de 90 minutos sucedió que la selección ganó el partido contra Corea, la afición
fue al Ángel a celebrar.
La marcha del orgullo por primera vez compartió ese día y
ese espacio con la afición mexicana de la selección. Mientras unos llegaban al
Ángel con playeras verdes, otros se encontraban en sus carros alegóricos
disfrazados o semi desnudos, uno que otro “Puto” se encontró cara a cara, pero
cuando las “agresiones” empezaron a surgir el #PrideGay guardaba la compostura
y viceversa, pronto la buena actitud y el respeto mutuo fueron envolviendo la
marcha. Las multitudes terminaron revueltas y los invitados por el movimiento
Gay se ponían camisas de la afición y los de la selección hondeaban la bandera
multicolor “El México que quiero” se podía leer el sábado por las tarde en las
distintas redes sociales, una cosa impensable entre dos grupos homogéneos pero
asombrosa y bella a la vez.
El México que queremos se puede construir entre todos, la
verdadera emoción fue que existió saldo blanco en un conglomerado de 250 mil
personas + los aficionados, fue el asombro del intercambio de banderas, de
respeto, de cordialidad y pocas agresiones (siempre de los menos), fue el
ejemplo que dieron ambos grupos de la palabra tolerancia, fue que México (en
cierto modo) se unían a una petición en común: los derechos propios y ajenos,
el respeto, el amor.
Fue una sola fiesta, donde parejas del mismo sexo y
familias tradicionales disfrutaban de un México tolerante. Podemos poner el
ejemplo de vibrar alto y en amor, de ser capaces de avanzar más allá de
nuestros prejuicios, de ser una de esas sociedades cosmopolita que tanto nos
pintan alrededor del mundo. Desde el sábado no tenemos nada que envidiarle a
ningún país europeo, somos civilizados, abiertos y capaces de marchar en
completa civilidad. Algunos dicen que fue la euforia de la victoria de la
selección, pero no debemos subestimar la madera mexicana, las fiestas esta vez
no fueron de banda, amigos y cerveza. Fue una coincidencia, tal vez, pero una
de esas que te dejan un gran sabor a esperanza y bienestar.
Los mexicanos somos personas inteligentes, capaces de ser
tolerantes y de enojarnos por el despotismo y la riqueza mal habida, pero no
somos una sociedad que viva eternamente en la rabia o la desconfianza, somos
más y lo demostramos este sábado. Por su puesto los políticos sacaron partido
de estas manifestaciones sociales, se subieron a la marcha, a la victoria de la
selección y a ambas manifestaciones juntas. Los políticos, esa estirpe que
pondremos en su lugar el primero de julio. Por lo pronto #PrideMéxico.
Nos leemos la próxima semana.
Irais Morales
Social Media Promotwist.
Bueno, yo estuve en el ángel y mucha gente se tuvieron que regresar, pero no cabe duda que hubo mucha tolerancia al final. Al fin y al cabo: el derecho al respeto ajeno es la paz.
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